martes, 22 de mayo de 2012

Capítulo 6 — Nuevo Integrante — Parte 4.

Una sonrisa surcó mi rostro. Seguí impaciente para ver qué haría, mi primera impresión fue: “está vivo”, eso era lo que más me preocupaba.

Miró de derecha a izquierda. Había dejado de temblar. Notó raro el lugar en donde estaba, así que alzo la vista y me vio a los ojos. Creí que había entendido que yo era el responsable de que no tuviese frío, pero enseguida pensé que se iría corriendo. No lo hizo, se acurrucó en mi abdomen y me acarició con la cabeza. Me permití alzar una mano y acariciarlo. Estaba sucio al tacto, pero no apestaba mal sino que tenía ese olor a cachorro. Necesitaba un buen baño caliente y una larga noche de descanso. Hablo por los dos.

El correr y la banda de sentimientos que sentí aquella noche fueron indescriptibles.

En parte me arrepentí de haberme escapado, y en parte no. Ya te imaginas por qué.

Pensando en lo importante, decidí que ahí sentado no lograría nada. Ya había —no sé si rescatado pero eso creí, así que digámoslo así— rescatado al perrito, que eso sí que no me lo había esperado. Había logrado mi propósito, con un final tan inesperado como lo anterior. Debía volver.

Hice un esfuerzo en recordar por dónde vine, pero era imposible. Aunque noté algo distinto. Veía algo, un recuero borroso por dos razones: porque la mayor parte del tiempo me la pasé corriendo y veía las cosas que pasaban a mi lado como manchones de colores apagados y porque, de por sí, el recuerdo no era muy nítido. Así que imagínate.

Pero no todo eran imágenes. Percibí algo así como olores, lo cual me pareció sumamente raro. Olores ya captados, cosas familiares. Familiares y recientes.

Mi nuevo amigo notó en mí cierto desconcierto, porque se quedó mirándome a los ojos mientras yo miraba al vacío pensando.

Era como un camino… ¿iluminado? ¿Marcado? No sé cómo explicarlo, pero era algo como cuando hueles comida o basura que, por más de que sabes dónde se originan esos hedores, aquellos te llevaban a su procedencia. Yo, en cambio, lo veía unas diez veces más fuerte, más fácil de notar.

Como nunca antes nada como eso había pasado en mi vida, decidí que sería un tipo de señal, o sea, de a poco iba terminando mi transformación, supongo.

Me envaré lentamente. El cachorrito no se movió de mis brazos. Decidido a ser guiado por mis instintos, y esperé que no me fallaran, aunque más perdido no podría haber estado, me preparé a correr. Pero algo me detuvo. Recordé lo que estaba cargando.

Imaginé que al perrito le molestaría ir a doscientos —o más— por hora. O tal vez no, pero decidí no arriesgarme. No vaya a ser que le entre un ataque de pánico o algo por el estilo.

Entonces, como si no hubiera apuro alguno, crucé a la manzana de enfrente caminando y me dirigí hacia la izquierda.

Ambos mirábamos hacia el frente, con la diferencia de que yo sí tenía algo que seguir y, supongo yo, que él lo hacía por curiosidad.

Mientras avanzaba me puse a pensar. Si es que Amy se enteraba de mi salida —porque pudo no haberse despertado aún—, ¿qué opinaría al respecto? Seguramente me mataría.Lo presentí, pero no sabía por qué. ¿Y del cachorro? ¿Se suavizará al narrarle mi historia? Pero si le contaba lo sucedido tendría que inventarme algo porque no creo que no le moleste mi acto en aquel callejón. Sí, definitivamente se enfadaría. Eso era algo indiscutible, cometí un error y lo asumo completamente, pero Drew podía ayudarme con el tema del perro. Para eso son los amigos, ¿no?

Seguí caminando sin dudar del rastro. Claro que evité volver a la zona del crimen: la rodeé por dos manzanas de distancia y aun así, no perdí el rastro en ningún momento.

La llovizna se había detenido, llevándose así los escalofríos.

Como había hecho todo el recorrido por sobre los techos de las casas, y eso lo hice corriendo, esta vez estaba caminando por las veredas. Hubiese sido más fácil recorrer exactamente por donde había pasado antes.

Pasado el tiempo tras caminar y caminar, a lo lejos, muy a lo lejos —habrán sido unas cinco cuadras de distancia— escuché algo. Muy pero muy apagado y seguidos. ¿Acaso eran pasos?

Seguí caminando. Mientras me dirigía hacia adelante el sonido comenzó a hacerse más fuerte. Sí, definitivamente eran pasos.

Me interesé por el sonido porque no había visto a nadie en toda la noche, entonces comencé a prestarle más atención probando mis nuevos sentidos. En este caso, el oído.

No podía ver de dónde surgían esos pasos porque todo estaba muy oscuro, pero sí logré distinguir en qué dirección se dirigían. Se acercaban hacia a mí.

Cuando estábamos a una cuadra de distancia vislumbré a la persona, era un chico, y el también me vio a mí. Se acercó corriendo.

—¡Logan! —exclamó Drew sin importarle las altas horas de la noche. ¿Qué hacía fuera? ¿Me estaba buscando? ¿O el también salió por la misma razón que yo? ¿Estaba sólo o acompañado? Esa pregunta me hacía temblar.

—¿Drew? —pregunté sorprendido. El cachorrito inició su saludo con una serie de ladridos furiosos.

—¿Dónde estabas? —Comenzó a decir desesperado sin darle importancia a mi carga—. ¡Está desesperada! ¡Cuando se enteró de que no estabas empezó a maldecir, o eso supongo porque no le entendí ni una palabra, y salió corriendo por la puerta! —Sí, definitivamente venía acompañado, pero ¿dónde estaba Amy?

—Esto no es bueno… —dije.

—¿Y ese perro? —preguntó señalándolo.

—Larga historia —dije mirando hacia todas las direcciones posibles buscando señales de mi amiga—. ¿Y Amy?

Apartó la mirada del perrito para concentrarse en la pregunta que le había hecho.

—Me dijo que sería mejor que nos dividamos para seguirte el rastro. Ahora tengo que avisarle que te encontré —Y luego dudó un momento—. Aunque todavía no entiendo por qué Amy se enloqueció de esa manera…

Yo tampoco sabía… con exactitud, pero ya había comenzado a sospechar. Igualmente no había muchas opciones para explicar su enojo.

Ponte en el lugar de Amy. Yo desaparezco en la noche, que podría significar dos cosas: me salí por mi cuenta y eso me llevaría a algo malo o algo malo me había sacado de la casa. Pero si estaba cerrada la puerta del frente… ¿qué le hizo sospechar a Amy que podrían haber entrado?

Entonces fue cuando recordé que no había vuelto a cerrar la puerta que daba al patio.

“Algo malo”, ¿qué podría ser? No es muy difícil de adivinar. Ellos (quienes no tenía ni idea de quiénes eran) podrían haberlo hecho.

De repente oí un ruido en el techo de la casa que estaba frente a nosotros.

Ambos miramos hacia arriba: Amy.

Desapareció y reapareció en frente de mí con lágrimas en los ojos.

8 comentarios:

  1. oh! esto se pone cada vez mejor! Eres genial con el suspenso, pero ya quiero otro capi jajajjaja.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajaja, gracias, gracias! Me alegro que te haya gustado, Joha! Atenta que dentro de poco subo lo que sigue. Seguro estoy de que te va a fascinar!

      Eliminar
    2. jajajaja, ok, voy a estar atenta...

      Eliminar
  2. ya lo Lei! Está muy bueno, hay un error de tipeo en el 5to párrafo te falto la d a recuerdo :B

    pero muuuuy bueno juli :D

    ResponderEliminar
  3. que sucederá con amii??? ya quiero sabeer esta historiia esta muuy buueena!!

    ResponderEliminar
  4. cuando subes el nueevo cap

    ResponderEliminar