sábado, 31 de marzo de 2012

Capítulo 3 — Mudanza — Parte 1.

Amy iba sentada en el asiento del copiloto y estaba discutiendo con Hank, el chofer. ¿De qué? No preguntes, porque por el vidrio que nos divide no me permitía oír nada.

¿A dónde íbamos? ¿De qué peligro estamos corriendo? O al menos eso es lo que entendí. La limusina tenía mucho espacio, por lo que Drew se pasó a la fila de asientos de en frente y se recostó, no lo noté más raro de lo normal.

Luego de unos minutos —abrán sido unos quince o veinte— miré al techo. Tenía una abertura con un vidrio polarizado de un negro idéntico al interior del vehículo.

Me levanté del asiento, lo abrí y saqué la cabeza. Fuera hacía calor y el sol quemaba mi piel luego de unos segundos de exponerla.



No reconocí por dónde estábamos. Me di cuenta de que entramos a una zona de casas lujosas y súper grandes. Frente a ellas el césped estaba perfectamente recortado, regado y acompañado de pequeñas plantas con flores. Algunos canteros tenían árboles, pero no mucho más de dos metros. Pero una casa me llamó la atención. Las paredes de afuera eran de ladrillos, el tejado naranja, una puerta —deduje que era de roble— con unos hermosos detalles tallados a mano. Tenía un gran jardín en la parte de en frente y estaba dividido de la calle por unas rejas altas y negras.

Linda casa.

Cada vez que frenábamos en un semáforo me daban ganas de bajarme e irme corriendo, porque la verdad que esto era una cosa de locos. Pero cuando eso sucedía recordaba lo que mi madre me había dicho sobre Amy.

Drew no dijo palabra, es más, en un momento creí que se había dormido. Estaba escuchando música con su genial celular.

—¿Qué escuchas? —le pregunté, pero no me oyó—. Ey, Drew, amigo.

Seguía sin escucharme así que le arrojé un papelito arrugado que tenía en mi bolsillo.

—¡Drew! —y se lo lancé.

Eso pareció despertarlo de su trance porque se sobresaltó y me frunció el ceño. Pero al verme sonreír me imitó, aunque seguía con los auriculares en los oídos.

Le hice señas con las manos quitándomelos de la oreja.

—¿Qué pasa? —me preguntó.

—Quería saber qué escuchabas.

—Ah, em… —bajó la vista al teléfono y luego volvió a mí—. Luego de que me interrumpieras, estaba escuchando un poco de Adele.

—¿Rolling in the deep? —traté de adivinar. Resulta que hace unos días el llegó a mi casa y me encontró escuchándola. Me preguntó sobre la canción y terminó encantándole la artista.

—Nop. One and Only. Es muy linda.

—¿Al menos entiendes lo que dice?

—No —contestó esbozando una sonrisa—. Pero me gusta.

Y dicho eso volvió a llevar los auriculares a los oídos y se recostó como antes.

Desde entonces me dediqué a mirar por la ventana y después de un rato, que seguíamos viendo aquellas hermosas casas, noté que sólo habíamos visto a dos o tres autos pasar. ¿Acaso estaba en un barrio privado? Qué cosa.

Luego de doblar en una esquina, seguimos una media cuadra y frenamos. Oí cerrarse una puerta delantera y a los segudos se abrió la puerta que tenía al lado.

—Bajen —nos dijo Amy.

Bajé yo primero y luego Drew.

El lugar se veía limpio, olía a limpio —me refiero a que el aire era como limpio— y era silencioso. Tanta paz me relajaba, hasta me hizo olvidar de todo por un segundo y ocupando mi mente todo aquello que me rodeaba.

Claro que fueron unos escasos segundos hasta que pregunté:

—¿Qué hacemos aquí?

—Estaremos seguros por un tiempo si nos alojamos en éste lugar —me contestó Amy.

—Espera, ¿nos quedaremos aquí? —pregunté.

—Sí.

Drew no parecía emitir emoción alguna, ya que esto no era nada nuevo para él. Aunque mi amigo no vivía en un barrio como éste.

Amy se dirigió a una casa grande de tres pisos. Era muy bonita, pero no tanto como la otra que vi.

Cuando mi amiga estuvo a medio metro de las rejas negras que nos separaban de nuestra nueva casa, éstas se abrieron por si solas. La seguimos hasta que ella y Drew cruzaron la puerta, pero yo me detuve y volví la vista hacia atrás, donde estaba la limusina… que ya no estaba.

No la había ni oído marcharse, pero no le di importancia, como a muchas cosas, y entré.

Dentro era como me lo esperaba: espacioso, elegante, armomatizado. Los sillones, los cuadros, la mesa, las sillas, el televisor, el suelo, las paredes, el techo, la luz… todo era genial.

A continuación pensé: «¿y ahora qué?».

—Escuchen —nos dijo Amy—, llegó el momento de que descubran quiénes son ustedes en realidad.

6 comentarios:

  1. Primero en comentar LOL. A ver cuantos lectores conseguís querido Julian.

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  2. GEnial Historia Julian!!!! me gusta la manera que tienes de mantener el misterio pero quizas deberias (por mi sano juicio) ir mas rápido que la intriga mata...
    Continua la historia, has que sigan fluyendo los capitulos *O*

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    1. Jajaja, me encanta tu buena onda!
      Sobre ir más rápido, no lo hago porque, además de esperar que un cierto número de personas ya haya visto el último capítulo que subo, voy a tener que apresurarme mucho más a escribir, ya que yo ahora tengo en mi PC hasta el capítulo 5, pero como lo voy subiendo de a poco, quiero mantener el ir más rápido que en el blog, no sé si me explico.

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  3. Amigo está genial! Tendrías que ver de corregir algunos errores de ortografía, acomodar algunas palabras y agregar descripciones un poco mas detalladas pero la historia está buenisima y está muy bien armado! :)

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