jueves, 5 de julio de 2012

Capítulo 7 — Indicios — Parte 3.

—¡Guau! —Llevaba con ella a mi pequeño nuevo amigo, que estaba moviendo la cola sin parar con la lengua hacia afuera mirándome con algo parecido a una sonrisa.

Sonreí. Me lo tendió y lo sujeté recibiendo unas lameteadas en el rostro.

—Ah, ese es el perro que tenías cuando te encontramos —razonó Drew.

Amy se limitó a mirarlo sin expresión alguna.

—Vamos.



Estaba ansioso porque pudieran ver lo que era capaz de hacer, pero sabía que no era un buen momento, hasta yo seguía un poco traumado. Tan solo recordar me daba escalofríos.

Al llegar a la casa todo seguía igual, ni que me hubiese esperado algo distinto.

Por primera vez en la noche me fijé la hora. Eran las cuatro y quince. Fue raro, la noche pareció eterna.

Drew y Amy entraron antes que yo. Amy fue hacia el living que se encontraba hacia la derecha, cruzando un arco de madera que sustituía el lugar de una puerta.

¿Acaso tenía pensado darnos una de esas charlas como para que entendamos mejor nuestro deber y que luego tenca que aclarárselo a Drew? ¿O simplemente tendríamos que irnos a la cama? No. Admito que me metí la pata por lo que ella luego estampó su mano en mi rostro, y por cierto me dejó sensible. Y también quería preguntarle por qué me había abandonado con aquel sujeto queriendo matarme. Claro que yo, Logan Anderson, lo derrotó fácilmente y con las manos vacías… bueno, casi, pero ¿qué pretendía? ¿Quería que acabase conmigo?

Drew se quedó conmigo, el perrito, que tarde o temprano tendría que ponerle algún nombre, miraba para todos lados con timidez y se topaba con la mirada de mi amigo, y por eso, comenzaba a gruñirle.

—No le caigo bien. —Drew decía todo lo que pensaba en el momento de que se le cruzaba por la mente, no importa el momento. Aclaro esto por si no te habías dado cuenta antes.

—¿Te refieres al perro?

Asintió con la cabeza.

—¿Cómo fue que adoptaste un perro callejero? —preguntó con el ceño fruncido—. No creo que a Amy le agrade…

Estaba por contestar a su pregunta cuando Amy nos gritó desde la otra sala:

—Vengan, chicos. —Y luego murmuró—. No creí que tendría que llamarlos, idiotas.

Supongo que se había olvidado que contábamos con mejores sentidos, porque hasta Drew lo oyó.

—¡Ey! —se quejó.

Dimos unos pasos hasta llegar con Amy y me miró directamente. No era la mirada que estaba esperando, y con eso me refiero a enojo, sino que era algo más tranquilo y tenía apenas el ceño fruncido.

—Sabes que lo que hiciste es lo más irresponsable que se te pudo haber ocurrido —dijo lentamente más como afirmación que como pregunta.

En casos como este lo que se espera es que asuma los hechos y cumpla con las consecuencias de mis actos, pero la verdad es que, por el modo que me comporté esa noche, decidí no mentir, creí que sería mejor decir la verdad y escuchar todo lo que tenga que decirme Amy. ¿Por qué no habré hecho eso en la escuela con el profesor? De todos modos, sólo le dije:

—La verdad es que no.

Amy se golpeó la frente con una mano murmurando ¿por qué a mí?

—Tuviste suerte de que me enteré de que no estabas y salimos con Drew a buscarte —dijo Amy—. Y también fuiste afortunado porque aquel monstruo de ojos negros sea un principiante. Aquí una respuesta a una posible pregunta que creo que tienes. ¿Por qué te dejé sólo en aquella batalla?

Puse cara de frustrado dando a entender que no estuve muy a gusto con eso.

—Noté que, a pesar de lo todo lo que has hecho, aún tenías esa necesidad de descargarte, por así decirlo, y, como tu rival no era un oponente complicado, decidí probarte. —Sonrió—. Me dejaste sorprendida. Sin haber tenido un entrenamiento posterior lograste derrotarlo. Pero recuerden —cambió de tono hablando para Drew también—, esto no es nada, así que no se dejen llevar por la emoción de que tienen dones y son indestructibles. Esto conlleva a una gran responsabilidad, así que ni se te ocurra seguir el ejemplo de Logan, Drew.

Hay momentos en los que considero a Amy como una segunda madre por la forma de tratarnos, y esta era una.

—Lo siento —dije al ver que había concluido su charla diaria.

Al haber aclarado este tema se fijó en el perrito.

—En fin, ¿quién es ése?

—Lo encontré.

Puso los ojos en blanco.

—Sí, de eso me di cuenta, pero ¿por qué lo trajiste?

—Es que estaba solo, con frío y no se veía en muy buen estado así que decidí cuidarlo. —Esperé que me dijera que lo tendría que dejar en la calle porque no aceptaba a una mascota en esta casa o algo parecido.

—Es tuyo, tú lo cuidas. —Dicho esto, subió las escaleras y desapareció en la oscuridad.

Aquella respuesta me dejó sorprendido. ¡Pero ahora tenía un perrito! Nunca antes había tenido mascota así que no tenía idea de cómo cuidar una. Supuse que tendría que alimentarlo, bañarlo, sacarlo a pasear, darle cariño y eso… ¿no?

—¡Urra! —celebró Drew—, ¡tienes un cachorro! Podré jugar con él y darle de comer y… —Drew había empezado a fantasear. Pero lo que más me preocupaba fueron las palabras de Amy. No sé qué era lo que hacía que siempre lograba ponerme dudoso y cada imagen del futuro, los recuerdos de esa misma noche me producían escalofríos—. Bueno, podremos, ya que no es mío.

Reí ante el comentario.

—Será de los dos, ¿bien? —propuse.

—¡Genial!

Le pasé nuestro nuevo integrante a Drew para que jugara con él. No tardó en encariñarse porque lo olfateó, seguro no percibió nada bueno porque ambos estábamos más que sucios, y empezó a lametearlo mientras sacudía la cola.

Fui hacia el baño a lavarme el brazo que lo tenía pintado de rojo. Al mojar la sangre seca tomó de nuevo, o más parecido, su textura original. Eso me dio un poco de impresión, pero me dije a mí mismo que tendría que acostumbrarme a esto por un buen tiempo, ya que sería algo más de rutina… o eso me imaginé.

Ahora es el momento en el que el sueño comenzó a hacerse más y más pesado, por lo que decidimos ir a dormir por lo que quedaba de la noche.



Al despertar, las nubes se habían despejado en mayor parte, aunque la mañana no era del todo soleada. Las gotas se habían detenido y sentía un peso extra en la zona de mis pies. Era el perrito.

Me pregunté qué era lo que hacía en mi cama, si yo lo había dejado en el suelo con unos almohadones que encontramos de sobra para que el durmiese. Tal vez se había subido.

Al levantar el torso y apoyarme en la cama con los codos, obviamente hice un movimiento de piernas y eso hizo que se despertara alerta. Miró para todos lados sin comprender por un momento hasta que me vio sonriéndole y se acercó hacia mí a saludarme.

—¿Cómo has dormido? —le pregunté entre lameteos—. Ya, deja de llenarme de baba.

Drew despertó. Se incorporó y refregó sus ojos con las manos. Luego de un bostezo dijo:

—Tengo hambre. —Salió de la cama y se dirigió al baño.



Luego de haber ido también al baño y de haberme higienizado, bajé en compañía del cachorro y vi que estaban Amy y Drew en la pequeña mesa de la cocina. En frente de mi amigo había un tazón de leche y cereales. Amy estaba tomando un chocolate caliente con galletitas. Antes de servirme algo para comer, supuse que mi nuevo amigo debería estar muerto de hambre, así que abrí la heladera, saqué la leche y serví un poco en un tazón. Dentro, metí unas croquetas de carne que había en la alacena y las remojé para que tomaran una consistencia más blanda. Hecho eso, lo dejé en el piso y él fue al ataque.

—Buenos días —me saludó Amy.

Hice una señal con la cabeza en modo de respuesta. No tenía muchas ganas de hablar por ahora.

Desayuné lo mismo que Drew, quien me esperó hasta haber terminado.

—Deberíamos ponerle un nombre, ¿no crees? —me preguntó Drew cuando el animalito, de un salto, subió a las piernas de mi amigo.

—¿Cuál podría ser?

—Mmmh… —pensó.

No quería que sea algo muy difícil, pero menos algo muy normal como “Rocco” o cosas así.

—¿Qué te parece —comencé— Jack?

—¿Qué? —preguntó Drew en medio de la exclamación y la sorpresa.

—¿Por qué? ¿No te gusta?

—¡Dijiste Jake! —dijo atónito recordando a nuestro no muy amigo con quien tuvimos un desperfecto en aquel partido de softbol.

—No, no, dije Jack. No Jake —aclaré.

—Ah —dijo aliviado como si aquel nombre fuera una catástrofe—. Jack me gusta.

—Jack será —le dije a Jack.

Amy, que mientras yo desayunaba se había ido al living a hacer quién sabe qué, volvió y nos anunció:

—Vengan al patio trasero, probaremos unas cosas.

1 comentario:

  1. esta super julian bajaste la tension pero la historia esta mejor que nunca ahora falta esperar que nuevo entrenamiento haran

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