lunes, 23 de abril de 2012

Capítulo 5 — Entrenamiento — Parte 1.

Luego de volver al interior de la casa, le conté a Drew mi reciente experiencia —que fue de lo más asombroso, la velocidad que puedo llegar a alcanzar, la sensación de poseer aquella velocidad propia—.

No podía esperar hasta el día siguiente para estar completamente listo. Más fuerza, mucha más rapidez, sentidos más desarrollados… esto era cosa de historietas.

Amy nos anunció que había llegado la hora de practicar luchar.

Drew estaba, prácticamente, saltando de la emoción. Por lo que noté, tenía ganas de liberar toda aquella fuerza que contenía hasta no poder más.

Me pregunté si eso no sería alguna clase de efecto el querer usar hasta desgastar nuestros dones. Sentía que aquella adrenalina que notaba recorriendo cada extremidad de mi cuerpo necesitaba descargarse. Lo que acababa de correr no fue suficiente, ni un poco.

martes, 17 de abril de 2012

Capítulo 4 — Dones — Parte 3.

Aceleró de a poco pero para seguirla tuve que empezar trotando. A medida que pasaban los segundos aumentó a unos diez kilómetros por hora, ahí fue cuando aumenté un poco el ritmo. Quince kilómetros por hora. Diecisiete. Veinte, fue cuando empecé a correr en serio. Y con “en serio” me refiero a la velocidad promedio de un humano normal, pero yo no lo era, eso ya lo sabía.

También me sorprendió la facilidad con que mis pies se movían, y lo raro también fue que no me cansé. Es más, mis piernas daban para más, mi cuerpo sabía, yo lo sabía. El viento comenzó a golpearme de tal manera que sólo la logras si vas en coche o, en este caso, motocicleta.

—¡Más rápido! —le grité a Amy con el aire golpeándome los oídos.

Aceleró a unos treinta kilómetros por hora.

Mi remera flameaba a mi torso y ajustándose a mí por la parte delantera. Mis brazos llevaban el mismo compás de mis piernas, tornándose ya en unos borrones como cuando pasas tu mano muy rápido en frente tuyo.

domingo, 15 de abril de 2012

Capítulo 4 — Dones — Parte 2.

—Sí, pero yo no —aclaró Drew.

Amy suspiró.

—Luego te lo explicaré —dirigió la vista hacia mí y me estudió con la mirada en gesto preocupado—. ¿Te encuentras bien?

Era lógico, estábamos en peligro. No sabía a qué medida, qué porcentaje de perder pero si todos los demás no lograron safarse… no es por ser negativo, pero estaba seguro de que teníamos una muy remota posibilidad de salir con vida.

Aunque tenemos la ayuda de Amy, cuya persona no sé qué es capaz de enseñarnos ni qué otros trucos sabe hacer ella, creo que no lo lograríamos. Es que ¿acaso los demás no tenían a personas con la determinación que tiene mi amiga?. Y ahora que lo pienso, ¿nos ayudará en la pelea? ¿O sólo es algo de Drew y mío? Ver a Amy con esa postura tan suya de confianza y segura me daba la impresión de que, si perdemos, acabaríamos llevándonos a algunos. O eso espero.

Luego de un momento de reflexionarlo mirando al vacío recordé que me estaban hablando.

viernes, 13 de abril de 2012

Capítulo 4 — Dones — Parte 1.

Amy nos dirigió al patio trasero de nuestra nueva casa temporal. Según ella, estaríamos aquí hasta tener al menos una idea de lo que podemos hacer, o eso creo.

El lugar era grande, abierto, una parte estaba cubierta por un césped verde podado a la perfección. Había, además, una piscina grande como la de Drew. Estaba dividido por unos tapiales blancos de unos dos metros de alto y, a los pies de éstos, repostaban cientos de rocas, grandes y pequeñas de varios colores, el más destacado era el gris. Aquel lugar era muy silencioso, tanto que creí que en el barrio estábamos sólo nosotros tres, pero no era así.

Amy se encaminó hacia las piedras, se agachó, juntó tres de ellas de diferentes tamaños y volvió hacia nosotros.

—De acuerdo —dijo con una sonrisa—. Tú —se dirigió a Drew—, ten esto.

Drew abrió su mano en frente de él y Amy dejó caer una roca del tamaño de su palma.

—¿Y esto para qué? —preguntó.

—Presiona —le ordenó.

jueves, 5 de abril de 2012

Capítulo 3 — Mudanza — Parte 2.

—¿Hablas en serio? —preguntó Drew.

—No interrumpas —lo reprendió ella y luego continuó dirigiéndose de nuevo a nosotros—. Son especiales, les explicaré el por qué de todo esto, les enseñaré a luchar, sobretodo luchar. Eso es lo que tendrán por un tiempo y lo más importante son ustedes, tienen que sobrevivir.

»Escuchen, ustedes son los únicos que quedan de su raza. Niños especiales, existen desde hace ya muchísimo tiempo. Los dones surgen a una edad aleatoria, ya tengan cinco o veinte años, aunque siempre entre esas edades. Ustedes están como conectados, digámoslo así. Por eso sus dones surgieron juntos.

—Espera —interrumpi—. ¿Cómo sabes que nosotros tenemos dones? —pregunté.