Mientras que buscaba una posición adecuada para golpear la bola con el bate, sentía como comenzaba a activarme, como cada parte de mi cuerpo respondía rápidamente. Hasta estaba también más pendiente de mis sentidos. Mis manos sujetaron fuertemente el palo, listas para la acción.
El lanzador estaba esperando la señal del profesor.
—Lanza.
Y lo hizo.
Lo extraño fue que en ningún partido me sentía tan… activo. Tan vivo. Sentía la adrenalina en mis venas, era una sensación que parecía casi mortal, se sentía... genial. Tenía muchas ganas de golpear, correr, gritar. Lo cual me ayudó, porque notaba el trayecto de la pelota hacia mí y calculé mi fuerza para hacer un golpe perfecto.
¡CLASH!
Hasta ese momento no me percaté de que todos los de mi equipo me miraban boquiabiertos. Yo solo eché a correr. Otra razón para que reaccionaran de la misma forma.
Llegué a la segunda base en menos tiempo del que creí y, apenas mi pie se estampó en la esquina, seguí corriendo. Entonces recordé mirar y analizar si el territorio estuviese seguro. Giré la cabeza, sin miedo a chocarme contra algo o alguien, y vi que buscaban la bola desesperados en todos lados.
—¿Qué hacen, idiotas? —gritaba Jake, furioso desde la cuarta base—. ¡Desde aquí la veo! ¡Está detrás de las sillas!
Gracias a eso, uno de los idiotas la encontró y se la lanzó. Aunque yo ya había previsto que no lograrían poncharme.
Como Jake sabía que no llegaría a tocarme y eliminarme del juego, recurrió a un método nada raro en el: La trampa. Lo vi en sus ojos, en su postura, en su sonrisa.
Cuando estuve por pisar la tercera base, vi una pierna en mi camino y, sin tiempo para frenar, tropecé y volé unos dos metros hasta estamparme contra el suelo.
Suerte que caí… espera, qué digo, aterricé de la peor forma posible: me estrellé la cara contra las baldosas y me raspé las piernas y los brazos.
—¡ALTO! —oí que gritaba el profesor—. ¡PAREN, PAREN!
La cabeza me daba vueltas, veía borroso, me ardían las extremidades y por cada latido del corazón sentía dolor. Además sentía un gusto horrible en la lengua. Escupí un líquido rojo y salado. Luego de unos segundos de estar grogui recordé qué había pasado y me supe que debería estar furioso.
—¿Puedes levantarte, Logan? —me tendió una mano el profesor.
Mientras me ponía en pie con una mano en la del profesor oí que alguien corría con pasos fuertes hacia Jake.
—¡¿Qué crees que estás haciendo?! —aullaba Drew con el puño en alto. Pero el profesor se interpuso entre ellos dos, tomando a mi amigo de los brazos.
—Ey, ey, ey. Quieto, muchacho —le decía a Drew tratando de calmarlo.
—¿Quieto? —grité—. ¡Mire lo que ha hecho! —dije señalando a Jake que no sabía que ni qué decir—. Además de trampa, me hizo mierda contra el suelo. ¿No piensa decirle nada?
—Claro que sí —replicó y se dirigió a Jake—. Chico, estás en problemas.
Drew se zafó de él con una increíble facilidad para ser un chico flacucho como es. Y Jake, al ver que mi amigo se dirigía a él furioso, recobró la compostura y se preparó para pelear.
Drew estaba que echaba humo… y yo seguía sintiendo este gusto salado en mi boca.
Jake sacó pecho para parecer más intimidante, pero esta vez no le funcionó.
Cuando mi amigo estaba a punto de estrellar su puño, en el que sus nudillos estaban blancos, escuché una voz familiar… bueno, más que una simple voz, era un grito horrorizado, desesperado.
—¡Drew, no! —gritó Amy.
En tu cara Mica! Ahora soy yo el primero en comentar LOL.
ResponderEliminarJulian... segui asi.
Quiero leer el resto
Con amor yo.
Jajajaja. Sos un groso Mache! Muchas gracias.
Eliminarufff que divino como te enganchaa!!!
ResponderEliminarEsta buenísima la historia! mierda! ¿por qué Drew no le rompió la cara a Jake? sadsadsadf jajaj. Seguí así!
ResponderEliminarJajaja, hubiese estado bueno, pero no ese no era el punto :B
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